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Simbología de la forma

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Galería Juan Martín
Carlos Dickens 33-B, Polanco, Polanco III Secc, 11550 Ciudad de México, CDMX
Inauguración sábado 15 de julio de 2017 12:00 a 15:00 horas

Si las puertas de la percepción quedaran depuradas, todo se habría de mostrar al hombre tal cual es…..infinito.

WILLIAM BLAKE.

Simbología de la forma es un trabajo producto más de un acto irreflexivo que de un acto pensado y calculado, son imágenes realizadas por una necesidad que brota un tanto de mi inconsciente y movido por el deseo de romper con mi esquema heredado de ver la realidad solamente desde un punto de vista conceptual, lo asumo como un acto liberador de mi obsesión de ver… es un intento de rescatar sueños atados a mis recuerdos pues creo que cuando la mirada no está automáticamente sujeta al concepto, la mirada recobra parte de la inocencia perceptiva de la infancia por eso decidí aventurarme a salir del laberinto racional para encontrar imágenes que sean un puente libre a la imaginación, al encontrarme frente a un objeto aparentemente insignificante intento a través de la luz y apoyado en mis herramientas transformarlo y darle otro sentido que no va mas allá de realzar un intenso goce visual.

Rafael Doníz

Señales

1

Registros de un lenguaje lejano. Escritura permanente. La condena es mirar el rastro pétreo de los hechos. Así nace el tejido entre percepción y  conocimiento. Sólo desde ese lugar puedo hablar sobre el macizo de estos signos. Donde casi todo surge. Ejercicio gravitacional de un código de fuerza. Soplo de la memoria más lejana. Ferocidad de fondo que aun no entendemos. El pulimento parece evocar la caricia de una crónica ausente del principio al fin.

Como el espacio onírico, esa piedra produce la sensación de extrañeza.

2

Componer, en este caso, es conducir la mirada, dar paso a la presencia de lo impenetrable. Esa trama entre lenguaje y realidad. Por eso la confrontación íntima con estas imágenes es el desorden que corre, flujo de lo simple en su caída a lo complejo.

¿O qué registro perdido invocan? Sencillez, ironía, humor, lo que asombra se llama belleza. Además, como en la memoria, el enfoque nos devela la presencia de lo incierto y de la razón insistiendo. Son los signos frágiles, los primeros, los perdidos, aquellos en los que el presente se desdibuja.

Al movimiento, en algún lugar Man Ray sonríe.

3

Ovillada, la cubrí con mis brazos, báculo el esplendor de su sensibilidad. Los personajes están en la escena. Encanto disonante y perfecto. Dos operaciones: una compositiva, otra semiótica.

Siempre tenemos en las manos los fragmentos, y a veces revelan lo sucedido hace millones de años. ¿Puede decirse así?  Contemplar es un reloj de otra noción del tiempo. Código para este tránsito donde atados caminamos su interior, su inmensidad. Los símbolos del trasvase de la vida, se acumulan desde el origen y señalan nuestro límite.

Es la agudeza de la luz transversal, nítida para el tacto atento. A la puerta de Edward Weston, los “waras” esperan al Sol en esta tierra. Estos símbolos agitan con paso imperceptible la piel, la memoria de la mirada donde el objeto es menos “sujeto”.  Es mapa, plano, vista aérea de la superficie mucronada.

4

Belleza peligrosa que cruza la línea delgada de la interrogación. Es el juego de todos los días: la imaginación se interpone entre la mirada y la realidad. Entonces, transparencia y atmósfera entablan un diálogo luminoso: No es euclidiana la simetría, ésta.

El capullo anticipa su sueño de alas. Traer a la memoria lo que estaba en reposo, perdido en el archipiélago de la infancia. Dime Andrómeda encadenada, nuestra próxima, la más, qué Dios exige por regalo su imagen antropomorfizada. Tu silueta guarda un trazo esbelto, “dentro del más bien muerto de los mares muertos” –escribió López Velarde. Tiemblan mis dedos, dibujo insinuado como todo deseo, como masa erótica, brutal.

Otra vez, el lenguaje que no atinamos descifrar, nos arrebata la palabra.

Víctor Muñoz
Abril, 2017.

Galería Juan Martín